El Papa: “La vejez es la sede de la sabiduría de la vida”
Hace menos de una semana que repicaban las campanas en la Basílica de San Pedro y la Fumata Blanca anunciaba la llegada del nuevo líder de la Iglesia Católica.
Francisco es el nombre que ha elegido el nuevo Pontífice de 76 años, un hombre que ya ha conquistado el corazón de miles de personas en todo el mundo por su cercanía, su humildad y su vitalidad.
Además, en sus pocos días de pontificado ha tenido tiempo para hablar de la importancia de los mayores en nuestra sociedad, tal y como sucedió la semana pasada cuando el Papa se reunió con los miembros del Colegio Cardenalicio en una audiencia en la Sala Clementina del Vaticano. Allí les pidió que “donen la sabiduría de la vejez a los jóvenes” y añadió “Valor, hermanos: Probablemente la mitad de nosotros está en la vejez. Y la vejez, se dice, es la sede de la sabiduría de la vida. Los viejos tienen la sabiduría que les da el haber caminado mucho. Como los ancianos Simeón y Ana en el templo, cuya sabiduría les hizo reconocer a Jesús, demos esta sabiduría a los jóvenes; como el buen vino, que con los años se vuelve todavía mejor, demos a los jóvenes la sabiduría de la vida”.
El Santo Padre ha aprovechado también estos días para animar a los cardenales a no ceder “nunca al pesimismo”, y les invitó a buscar “nuevos métodos” para llevar los Evangelios a “todos los extremos de la Tierra” el nuevo Pontífice declaró “No cedamos nunca al pesimismo ni a la amargura que el diablo nos ofrece cada día” y continuó leyendo un discurso emotivo y lleno de agradecimientos que se saltó en numerosas ocasiones para introducir reflexiones personales.
Francisco no ha desperdiciado la ocasión de rendir homenaje a su predecesor Benedicto XVI del que ha destacado la “bondad”, la “humildad” y la “dulzura” y del que ha calificando su casi inédita renuncia al pontificado como un “gesto valiente y humilde” de su ministerio y “un patrimonio espiritual para todos”.
Un Papa que, sin duda, sabrá adaptarse a los tiempos que vivimos. Cercano, sencillo, que busca “tener una Iglesia pobre y para los pobres” y cuyo objetivo es volver a colocar “a Cristo en el centro” porque según el Papa “Sin él, ni Pedro ni la Iglesia existirían y no tendrían razón de ser”.
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